La pequeña nave de descenso se aproximó hasta posarse
bruscamente sobre el suelo lunar. La rampa descendió y los dos transportes
salieron de su panza, encarándose hacia la estructura alienígena. Un equipo de
armas pesadas tomó posiciones en un cráter para cubrir el avance de sus
hermanos. Al poco la lanzadera levantó el vuelo hacia el cielo estrellado.
Al llegar a la edificación comprobaron que estaba vacía.
Consistía en un extraño edificio circular de tres plantas que parecía pensado
para alojar encima una superestructura mayor. Ambas unidades tomaron posiciones
mientras daba la señal al resto del grupo.
El bibliotecario pareció estremecerse un segundo. Miró al capitán Augusto. – Están cerca, lo
presiento. Él está aquí.
-Señor, detecto varias señales desconocidas acercándose. Se
mueven muy rápido!
-Todos a sus puestos. Sargento, coja a sus hombres y tome
posiciones en el edificio. – Se volvió hacia el operador de comunicaciones del
razorback – ¿Cuanto falta para que lleguen el resto de nuestros hermanos?
-Ya están llegando, señor!
-Ya están llegando, señor!
El Speeder pasó zumbando sobre sus cabezas, tomando
posiciones en el flanco derecho. La tercera escuadra táctica avanzó hacia el
centro, acercándose hacia la estructura, seguida muy de cerca por los marines
de asalto. Tras ellos el hermano Ashot los cubría en su armadura dreadnought.
La escuadra de motos se lanzó a toda velocidad por el flanco izquierdo,
mientras la imponente armadura dreadnought del hermano Archer los cubría.
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Las unidad de motos eldar se lanzaron hacia adelante,
liderada por el autarca Etharnel. Tras ellos iba el vidente y su unidad de
motos. Se aproximaban rápidamente a las fuerzas enemigas. Se abrieron para
tomar el flanco izquierdo de las fuerzas eldar, alejándose de la edificación.
Frente a ellos se encontraba el tosco armatoste volador de los marines. <Será
una presa fácil> – pensó el autarca.
En el otro flanco aparecieron los dos falcons y el
serpiente, apoyados por el prisma. Los tanques eldars abrieron fuego contra las
posiciones enemigas. El autarca se sonrió al ver caer el primer marine debido a
la explosión del cañón de prisma.
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Las fuerzas eldar se habían dividido, evitando la
confrontación directa. El capitán dio orden de replegarse al land speeder,
mientras la primera y la segunda escuadra táctica reforzaban ese flanco,
apoyados de cerca por el hermano Ashot y los marines de asalto.
Debido a la sorpresa del ataque eldar, el hermano archer se
encontraba aturdido e incapaz de ofrecer apoyo a la escuadra de motos. En un
momento de valentía o de pura locura, el sargento de la escuadra de motos apretó
el acelerador, lanzándose al centro de las fuerzas acorazadas eldar. Sus armas
de fusión consiguieron inmovilizar un falcon eldar y tras asaltarlo con
granadas perforantes destruyeron su arma principal y lograron aturdir a los
tripulantes. Aun así resultaba complicado acertarles debido a sus
holopantallas.
El resto del ejercito abrió fuego contra las motos, logrando
un par de bajas entre las lideradas por el vidente.
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A pesar del factor sorpresa, los marines se habían recuperado rápido. El autarca se dió rápidamente cuenta de que sus unidades de motos se encontraban en una posición delicada, con toda la fuerza de combate volviéndose hacia ellos. A su orden, todas las motos giraron y aceleraron hacia el otro flanco.
El prima atisbó en la lejanía un transporte al descubierto y
decidió disparar contra él, dejando en paz a los marines de la plataforma
eldar. Su certero tiro, por desgracia, sólo sacudió a la resistente máquina,
dejando a la tripulación acobardada.
En la otra punta del campo de batalla el falcon de los
dragones llameantes tuvo más suerte contra el aturdido dreadnought, atravesándolo
con su pulsar. Sus restos humeantes se estaban desplomando cuando estalló en
mil pedazos.
Del interior del vehículo eldar inmovilizado salieron los
arlequines interpretando su danza de muerte. Se lanzaron en pos de sus enemigos
motorizados acabando con dos de ellos antes de que pudiesen reaccionar. El
sargento, viendo que eran superados, ordenó a sus hombres retirarse para
reorganizar su ataque.
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Las cosas se estaban poniendo feas. Los eldars se habían
retirado del flanco derecho, dejando muy apartadas a las fuerzas de los marines
de la acción. En el flanco izquierdo las cosas iban mucho peor. El hermano
Archer había sido destruido y la escuadra de motos estaba rodeada de enemigos.
El capitán Augusto ordenó al land speeder apoyar a la valiente escuadra de motos
con la esperanza de lograr entretener algo esos tanques hasta su llegada. Acto
seguido dio orden al piloto del razorback de cortar la retirada de los eldars.
Tan pronto hubo parado su transporte,
desembarcó con sus hombres y el bibliotecario. Todas las armas marines
apuntaron hacia las motos eldars e hicieron llover fuego sobre ellas. A pesar
de sus esfuerzos tan solo dos eldars cayeron.
En el otro lado del campo de batalla las motos volvieron a la carga, esta vez contra los arlequines. Tres de estos misteriosos eldars cayeron bajo el fuego de bolter y otro más sucumbió en el combate cuerpo a cuerpo, pero antes de eso, el que parecía el jefe de los alienígenas, se las arregló para acabar con dos de los motoristas marines antes de alejarse de ellos.
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El autarca lo vio claro. A poca distancia de él se
encontraba el que parecía el líder de los marines, acompañado por su psíquico.
Eran una pieza fácil, así que se lanzó a por ellos seguido de sus hombres.
El vidente no podía dar crédito a sus ojos. Etharnel se había
salido del plan establecido! Las runas eran claras. Ya no podía hacer nada, así
que se concentró en apoyar al autarca en su loco ataque. El poder fluía por su
cuerpo cuando de repente una presencia se enfrentó a él. Era el psíquico humano
bloqueando sus esfuerzos. Pudo ver su sonrisa dibujada en su mente.
El prisma disparó contra el razorback, pero su tiro pasó de
largo, cayendo entre las motos del autarca. Por suerte para los eldars, al
disiparse el humo, ninguno había sufrido heridas de consideración. Sólo un
enorme susto.
Aun así el fuego concentrado de las motos eldar consiguió
acabar con cuatro marines antes del asalto, acabando el trabajo el
autarca con su lanza. Tanto el capitán como el bibliotecario habían sucumbido.
En el otro flanco los dragones llameantes desembarcaron de
su transporte y lanzaron una potente ráfaga de fusión contra las motos. Por
sorprendente que pudiese parecer, sólo cayó una. Ante semejante demostración de
mala puntería, el gran arlequín se lanzó al asalto para rematar el trabajo. Por
desgracia la fortuna le falló, causando una herida no mortal a uno de los
motoristas. Antes de que se pudiera recuperar del giro tan extraño que habían
dado los acontecimientos, el sargento marine acabó con él.
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